Pandora se asomó acodándose en la borda.
-¡Buenos días, Corto Maltés!
Era hermosa, tenía toda la belleza radiante y fresca propia de la edad y la picardía elegante y sutil que la caracterizaba.
- ¡Qué guapa estás! -exclamó Corto-. No sé por qué, pero me recuerdas un tango de Arola que escuché en el cabaret de la Parda Flora en Buenos Aires.
- A lo mejor es porque me parezco a alguna chica que había allí...
- ¡No! Y precisamente porque no te pareces a ninguna, me gustaría encontrarte siempre, en cualquier lugar...
Corto Maltés.