El cadaver de Nelson

En 1805 durante la batalla de Trafalgar el almirante británico Nelson fue alcanzado por un francotirador francés y murió a las pocas horas. Debido a los daños que sufrio el HMS Victory que deberían ser reparados en Gibraltar y los limitados medios de transporte de la época, era necesario conservar el cadaver del almirante durante al menos dos meses y que llegara de vuelta al Reino Unido en unas condiciones de conservación aceptables. El cirujano jefe del buque, William Beatty, de acuerdo con el comandante del Victory decidió preservar su cuerpo en un barril lleno de brandy con alcanfor y mirra. La noticia de la muerte del almirante tardó 16 días en llegar a Londres y la alegría por la victoria se acompañó de tristeza por la muerte del almirante, que sería enterrarse con todos los honores.

El cuerpo de Nelson se introdujo en el barril el 22 de octubre (casi una semana después de su muerte) y este se ató al mástil mayor del Victory. El comandante del navío se ve obligado a ponerle guardia las 24 horas para evitar, dice la leyenda, que los marineros se bebieran el brandy, cuyos niveles eran revisados y ajustados dado que este era absorbido por el cadaver y además se perdía por evaporación.

El Victory llegó remolcado a Gibraltar el 28 de octubre y el cuerpo se trasladó a un ataúd forrado de plomo donde el brandy fue reemplazado por destilados de vino. El 4 de noviembre, tras ser reparado, el Victory abandonó la colonia en dirección al Reino Unido. A los pocos días de la partida, la acumulación de gases hizo que saltara la tapa del ataud, dando un susto de muerte al encargado de vigilarlo. El cuerpo se encontró en buenas condiciones y se volvió a cerrar el ataud.

El navío finalmente alcanzó las costas británicas el 4 de diciembre y el cuerpo del almirante, ya con signos de descomposición, fue trasladado a otro ataúd de plomo rellenado con la mezcla de brandy, mirra y alcanfor el día 11 con el cuerpo ya envuelto en lino tras practicarle una autopsia que recupero la bala de mosquete que le causó la muerte. Pese a que la leyenda dice que el cuerpo estaba en buenas condiciones, la correspondencia entre los que se habían encargado de manipular el cadaver reconoció que el estado del mismo era inadecuado para dejar el ataúd abierto.

El 21 de diciembre el cuerpo fue trasladado a otro ataud hecho con la madera del mástil principal del navío francés L’Orient.

Tras varias peripecias, el cuerpo llegó finalmente a Londres, hospital de Greenwich, el 25 de diciembre y permaneció allí hasta el 4 de enero de 1806, siendo su ataúd expuesto al público del 5 al 7.

El 8 se enero llegó a Whitehall y el día 9 fue trasladado en un coche funebre con forma de navío a la catedral de San Pablo, donde finalmente fue enterrado en una de sus criptas.

Aquí una moderna reproducción del barril donde fue inicialmente conservado el Almirante.